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Un funeral para David Lynch

Un funeral para David Lynch

Para narrar su propio funeral, David Lynch probablemente recurriría a los elementos surrealistas y perturbadores que caracterizan su obra. Imaginaría el evento no como un final, sino como una transición hacia un «otro lado», donde las fronteras entre lo real y lo ficticio se desdibujan.

Todo comienza en un ambiente silencioso, un vasto salón de mármol con luces que parpadean intermitentemente. Hay un ataúd en el centro, pero está cerrado, envuelto en telas que cambian de color como si reflejaran emociones. No hay música, solo un zumbido bajo, casi imperceptible, que se siente más que se escucha. Los invitados no son personas comunes; son figuras que recuerdan a los personajes de sus películas: hombres con máscaras de conejo, mujeres de cabellos enredados y niños que tararean melodías incompletas​​.

Lynch, en su narración, no se limitaría al espacio. De repente, el salón se transforma en un bosque nocturno, donde las ramas parecen manos que intentan alcanzar el ataúd. El cielo está iluminado por una luna gigantesca, que se abre como un ojo que todo lo ve. Este cambio de escenario representa lo efímero de la existencia y la constante metamorfosis de la conciencia​​.

La dualidad del discurso

En su estilo típico, Lynch se dirigiría al público de forma directa, rompiendo la cuarta pared: «¿Qué están viendo? ¿Un final o un comienzo? Mi vida fue un sueño dentro de otro sueño, y ahora estamos en el momento en que el soñador despierta». Su voz sería calmada pero intensa, con pausas largas que obligan a reflexionar​​.

Un clímax visual

En el clímax, el ataúd se abre. No contiene un cuerpo, sino una película en bucle que muestra momentos cruciales de su carrera: un joven Lynch pintando obsesivamente en un sótano, Henry Spencer de Eraserhead observando al bebé alienígena, Laura Palmer gritando en la habitación roja de Twin Peaks. La audiencia no está mirando pasivamente; son parte de la proyección. Cada persona se ve reflejada en la pantalla, pero distorsionada, como en un espejo roto​​​.

El cierre: el misterio permanece

Finalmente, Lynch aparecería en la escena como un anciano de ojos brillantes y voz profunda, sentado en una silla que parece flotar en el aire. Diría: «Las respuestas no son necesarias. Solo el misterio perdura. Gracias por compartir este sueño conmigo». Luego, desaparecería entre las sombras, dejando solo un susurro que dice: «Corten».

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