Existe una tendencia creciente a miniaturizar nuestras vidas. Numerosos artistas plásticos y fotógrafos utilizan el concepto de «mini people» o «little people» para referirse a sus obras. Y es que en el siglo XXI los humanos somos poca cosa dentro de las grandes ciudades, frente a los enormes edificios; por no hablar de nuestra ridícula estatura frente al sistema financiero, el sobredimensionado big dat, la globalización… o nuestra desventajada posición laboral en el mundo de las grandes empresas, o nuestra insignificante existencia en un mundo habitado por 7000 millones de personas, etc.
Estos artistas (de una forma lúdica y a veces sin más pretensiones que las de fotografiar escenas creativas) reproducen toda una visión del mundo personal, menos ajustado a la comunidad, con miniaturas abandonadas en calles gigantescas, indefensos ante todo tipo de amenazas que los superan. La originalidad, así como la paciencia y habilidad necesaria para crear estas escenas, es increíble. Las pequeñas figuras juegan al tenis en una sandía, inflan uvas desproporcionadas, disparan a abejorros que los atacan, son aplastados por pies gigantes, habitan en tupperwares, se enfrentan como hormigas a alimentos gigantes…
Dos de los artistas plásticos pioneros en esta temática son Antony Gormley y Isaac Cordal . La intención de su obra es clara, pues sus miniaturas a veces tienen máscaras y se mueven colectivamente con el mismo aspecto, como clones duplicados. Todas han sido atrapadas por el sistema. Siguen ciegamente los patrones de conducta que les dicta el poder, se encogen como simples números de una estadística, muestran un miedo atávico insuperable o, abrumados, tratan de escapar de su suerte sin ningún resultado.
Los artistas de esta tendencia «miniaturizante» son numerosos. Haciendo una búsqueda en Google por imágenes de este tipo puedes ir descubriendo a los más relevantes. Haz click aquí para comprobarlo