El capitán no se dejó amedrentar y no hizo llamada de socorro alguna, no gritó ni todo a babor, ni mujeres y niños primero, ni sálvese quien pueda, ni sed valientes, ni que Dios os bendiga… O le fallaban las palabras al ver aquellas caras agarrotadas con terroríficas expresiones, o el barco -en su humilde parecer- no se hundía.
Visto 93 veces